sábado, 9 de febrero de 2008

¿Quién queda?

Cada vez menos. Cada vez más solos. Incluso aquí, en la red, más de medio año después sigo dando palos de ciego, sin obtener una sóla respuesta. No culpo a nadie pues yo soy el primero que ha olvidado este espacio durante demasiado tiempo.

La mayoría de los últimos jovenes que quedaban en Las Mestas se han ido. Ha vuelto alguno pero nada que ver con los que cerraron la puerta de sus casas. Y el caso es que no se han ido ni a Madrid ni a Salamanca ni al País Vasco, a eso que los viejos llamaban las capitales. Qué va. Están a 25 o 30 kilómetros. En el Pino, en Caminomorisco; quizás haya alguno en La Alberca. Si no se han ido de Las Hurdes es porque tienen trabajo aquí pero está claro que nuestra alquería no les ofrece más que algo de sol y mucho silencio en invierno, la montaña, un bar que cierra cuando quiere y otra vez silencio. Se han casado o lo van a hacer y han echado raíces en otros pueblos. A diferencia de lo que había en Las Mestas, allí encuentran ambiente, juventud y casas. El maldito suelo del pueblo. Ni que fuera oro, joder. Y todo por el ayuntamiento. Todos viviendo apelotonados en poco más de tres hectáreas y rodeados de campo y huertos que ya no cultiva nadie. Qué le costaba al señor alcalde de turno urbanizar terrenos rústicos. Qué le costaba decir "las parejas que se queden tienen 200 metros cuadrados gratis para que se puedan hacer su casa". No, no jodas. Cómo van a regalar la tierra, no ves que en todas las partes del mundo los hombes son hijos de la tierra y en Las Hurdes la tierra es hija de los hombres. Y menudos son los hombres con sus hijas, cómo para dejarlas de la mano de cualquiera. "La tierra no se vende", he oído en casa miles de veces como si fuera una letanía que se repite de generación en generación.

Me pregunto que pasará por la cabeza del que sea alcalde de Ladrillar. Llegará al ayuntamiento los lunes, se sentará un rato en el despacho, preguntará al secretario como va lo de los pinos y se irá a tomar un café al bar. Atenderá alguna queja de algún vecino, irá a las reuniones de la Mancomunidad. Así semana tras semana, mes tras mes, durante cuatro años. Ojalá un día de estos echase la cuenta de la gente que se ha ido de mi pueblo, de Cabezo, Ladrillar y Riomalo de Arriba en los últimos cuatro años.